ALIMENTEMOS NUESTRA FE
Domingo XX del Tiempo Ordinario
La segunda lectura de hoy comenzaba así: Hermanos, una nube inmensa de espectadores nos rodea. Se refiere a los grandes personajes del AT de los que hemos venido hablando en estos domingos. A ellos nosotros podríamos añadir otra lista, seguramente más larga, de testigos y santos que a lo largo de la historia y en todas las épocas se han jugado la vida por ser fieles al señor. En su gran mayoría fueron personajes incómodos para su tiempo, por su estilo de vida y por los valores evangélicos que intentaban vivir con radicalidad.
Todos esos espectadores están contemplándonos, como queriendo preguntarnos: "¿Y ustedes qué?¿están corriendo la carrera que les toca? ¿tienen puestos los ojos fijos en Jesús o en otras cosas?". Si, en ese Jesus que soportó la cruz y el desprecio, y la oposición de los pecadores. Ese Jesus que anuncio y dio comienzo a un reino que provocó y provoca el rechazo de muchos.
El Jesús que nos encontramos en el Evangelio de hoy es muy poco «dulce», bastante fuerte y que plantea las cosas claras: ¿Creen que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. Y también: He venido a prender fuego en el mundo.
Lo que significa este texto es: Que seguir a Jesus no es comodo, no es tranquilo, no estamos exentos de desprecios y rechazos, como tampoco lo estuvo él. Hay que estar dispuesto a beber el mismo cáliz que él bebió; hay que negarse a sí mismo, tomar la cruz y seguirle cada día. Por eso son muy relevantes las palabras de la carta a los Hebreos: Quitémonos lo que nos estorba y el pecado que nos ata.
Y es que hoy, los cristianos necesitamos bastantes dosis de coraje y valentía para salir de nuestra mediocridad. No basta con ser buenas personas o no hacer cosas malas; no es suficiente con ir a misa los domingos y rezar un poco de vez en cuando o hacer alguna obra de caridad. Tenemos que convertirnos en profetas, al estilo de Jeremías, y hacer oír nuestra voz. And it is
Hacen falta cristianos que se tomen en serio el mundo de la política, donde se determinan tantas cosas, y nos muestren lo que es la ética, honestidad y la vocación de trabajar generosamente por los demás.
Hace falta que los cristianos de hoy se impliquen mucho más en los sistemas educativos con los que se están educando y formando las nuevas generaciones. Lo que se les está brindando a los niños y jóvenes de hoy si esta de acuerdo a la voluntad De Dios expresada en la sagrada escritura?. Y no se trata de interferencia religiosa en los sistemas politicos, se trata de obedecer al querer de Dios. Es necesario que se oiga mucho más la voz de los cristianos en el mundo de los medios de comunicación donde muchas veces se juega a informar lo que conviene y no la verdad.
Es urgente que los cristianos unamos nuestras voces y acciones en la defensa de la vida en todas sus dimensiones, de la ecología, de la igualdad social donde la riqueza en manos de minorías no se siga construyendo a costa de los más pobres que son la mayoría.El mundo de hoy necesita testigos del amor, cristianos que vivan muy en serio el sacramento del matrimonio y demuestren que, con ayuda de Dios, se puede ser fiel y feliz.
Los cristianos tenemos mucho que enseñar sobre lo que significa la tolerancia, ya que sabemos que todos los hombres somos hermanos, por encima de razas, nacionalidades, religiones, sexo y opciones personales.
Es necesario que los cristianos demos ejemplo de cómo se puede querer y cuidar a nuestros mayores, a los enfermos, y a los marginados de todo tipo. Que se nos vea participar en voluntariados y acciones solidarias.
Necesitamos que los que nos llamamos cristianos, no nos avergoncemos de serlo y expresarlo, que no nos lo guardemos para dentro y en secreto, y que construyamos una Iglesia y unas comunidades cristianas mucho mas participativas y solidarias.
Las fuertes palabras de jesus en el Evangelio brotan de un corazón apasionado, que desea grandes cambios, que quiere purificar con el fuego del Espíritu todo lo que no es de Dios, todo lo que impide el crecimiento del Reino.
Este mundo necesita un vuelco. Necesita discípulos de Jesús más comprometidos y renovadores. Mientras haya tanto sufrimiento, tanta injusticia, tanto antireino, no podemos vivir conformes, tranquilos, como en un limbo. ¡Ay si hablan bien de ustedes!, decía Jesús. Tendremos que plantar cara a quien sea, incluso dentro de la propia familia, entre los amigos, y hasta dentro de la propia Iglesia, porque hoy hay muchas opciones y estilos de vida, opiniones y criterios incompatibles con el Evangelio.
Termino con estas palabras de la segunda lectura de hoy en la carta a los Hebreos: No se cansen ni pìerdan el animo. Todavía no hemos ganado nuestra pelea contra el pecado Del mundo, pero sobre todo, el pecado de conformarnos y dejarlo todo como está.
Padre Alberto Ortega